Siguiendo un camino montaña abajo, que atraviesa los cafetales, se ubica el apiario, donde hoy Giselle Agüero y don Hernán Chavarría cuidan de 55 colmenas.

Fabiola Pomareda García (*)

pomaredafabiola@gmail.com

Foto: Henry Picado

El zumbido es constante, acompañando el baile de las abejas afueras de las colmenas. En su propio tiempo, las abejas, con sus abdómenes, concentradas, hacen su parte, sin ser perturbadas.

En una explanada y casi en la cima de los cerros de San Rafael de Turrubares está la casa color verde claro, donde viven Giselle Agüero Jiménez y don Hernán Chavarría Carmona.

Aproximadamente a 300 metros, siguiendo un camino montaña abajo, que atraviesa los cafetales, se ubica el apiario que trabajan, donde cuidan de 55 colmenas. El proyecto empezó aproximadamente hace 21 años, cuando Giselle integraba una asociación local de mujeres, y hoy en día ella y su esposo don Hernán, mantienen el apiario.

Su hogar es como la casita de la miel. En la cocina, Giselle prepara miel cremada, que se puede comer untada sobre el pan tostado. Giselle la prepara batiendo miel fresca con miel ya cristalizada, hasta que se forma una crema homogénea.

En un pequeño cuarto el aroma de la miel inunda todo. Ahí se guardan los grandes estañones llenos de miel, antes de embotellarlos, protegiéndolos de la luz y el calor. Sobre la mesa del comedor don Hernán embotella lenta y cuidadosamente la miel en las botellas que se enviarán a San José.

Giselle también prepara cremas cremas humectantes y ungüentos de propóleo, que les enseñaron a preparar unos estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR), según contó. La crema hidratante se hace con cera de abeja y otros productos para la piel y es buena para quitar manchas y arrugas, cuenta Giselle. Mientras que el ungüento de propóleo se prepara a base del extracto y otros ingredientes y su poder curativo es asombroso para sanar quemaduras, acné y tanto heridas superficiales como algo profundas, agrega.

Cuando compartimos el almuerzo juntos, se cuentan las historias de los núcleos que se están formando con nuevas reinas, porque cada año hay colmenas que se enferman o disminuyen y es necesario reponerlas. Los núcleos son grupos de abejas, que incluyen una reina, obreras, cría, panales de miel y polen y son la base para nuevas colonias de abejas.

Hernán Alvarado y Guiselle Agüero. Un matrimonio apicultor.
Hernán Alvarado y Guiselle Agüero. Un matrimonio apicultor. Foto: Henry Picado

El apiario que hoy trabajan Giselle y don Hernán comenzó como parte de un proyecto de apicultura sostenible con perspectiva de género, que desarrolló en la zona entre 2003 y 2004 el Centro de Investigaciones Apícolas Tropicales (Cinat) de la Universidad Nacional (UNA), en cooperación con el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), con fondos de Fundecooperación.

En el corredor de la casa juguetea la gata gris, Venus, y nos quitamos los zapatos para sentarnos en la banca y tomar café, mientras cae el aguacero.

A continuación, la entrevista a Giselle.

-¿Cómo empezó a cuidar y a trabajar las abejas?

“No preciso el año pero fue aproximadamente hace 20 años, tal vez un poquito más, que empezó. Ese proyecto nos lo dio el INA a un grupo de mujeres que hicimos una asociación. Empezamos de cero, no sabíamos nada de manejo de abejas. Un señor del INA nos enseñó cómo cuidarlas; muy buen maestro. Y ahí, poco a poco, fuimos aprendiendo a conocerlas, a perderles el miedo, porque al principio sí da un poco de miedo. Es impresionante ver ese montón de abejas rodeándolo a uno y picándolo.

La primer vez que yo vi una colmena fue en otro pueblo, donde les habían dado otro proyecto también. Nos llevaron para que lo conociéramos y después ya nos trajeron las abejas a nosotros. Y, como le digo, fue empezar de cero porque no sabíamos nada, nada del comportamiento de las abejas. Y, diay, fue un reto bastante grande, hasta el día de hoy, que aún las tenemos. Ya no es en grupo, sino individual que las tenemos con mi esposo y ya hemos aprendido bastante a manejarlas”.

-¿Por qué escogieron ese lugar para ubicar el apiario?

“El lugar donde las tenemos ahora es mucho mejor, más apto, porque le entra mejor el sol. Donde las teníamos antiguamente había mucha sombra y se enfermaban más, había mucha humedad. Ahora donde las tenemos es muy asoleado, entonces hemos visto un cambio bastante favorable”.

-¿Cómo se les protege de la lluvia?

“Las colmenas tienen un desnivel en la caja, por aquello de que llueva fuerte con viento, y entonces si entra el agua, pronto sale y viene el sol y seca. Sí, hay que tenerles ese desnivel”.

-¿Cuántas abejas puede tener una colmena?

“Cinco mil o más, hay unas que son muy fuertes y pueden tener hasta 20.000. Eso depende de la condición de la colmena porque hay unas que son muy fuertes, tienen muy buena población. Hay otras que tal vez por enfermedades, se le ha disminuido la población”.

-¿Ahorita de qué flores se alimentan las abejas del apiario de ustedes?

“Bueno, aquí por ser un lugar muy montañoso hay muchísimo potencial. Sí conozco de uno que le llamamos jalacate, da muy buena miel; otro, mirasol, que es charral y montaña. Café, huava, palo de agua, los cítricos, que dan una miel riquísima. Hay demasiada variedad por ser aquí un lugar rural, hay muchísima diversidad, incluso de lo que es montaña, charral, a lo doméstico. En los repastos sí hay temporadas en que echan herbicidas; pero la ventaja que tenemos nosotros es que en tiempos de cosecha de miel no se hacen esos trabajos, ni se hacen los trabajos de atomización en los cafetales, que es donde pecorean las abejas; entonces por eso la miel es tan pura, porque no lleva ningún químico y además nosotros no le hacemos ninguna cura al apiario en tiempos de cosecha, para que la miel vaya totalmente pura, sin ningún químico”.

-¿Cómo debe acercarse la persona a la colmena y qué debe hacer?

“Primero, ir confiado ,y si va bien protegido, con guantes, con todo el equipo bueno, no debe tener ningún temor, porque el que sabe trabajar las abejas se lleva su ahumador, que con eso las abejas se tranquilizan, entonces no hay ningún riesgo. Con solo ir con todo el equipo, no hay ningún riesgo”.

-¿Y si se mete una abeja dentro del traje?

“A veces uno las mata dentro del traje. A veces se dejan ahí. Yo incluso la última vez que fui, desde que me puse el overol iba una abeja en el sombrero y la dejé ahí. Cuando llegué aquí, ella salió, no hubo ningún problema. El problema más grande es entrar en histeria”.

Foto: Henry Picado

-En tantos años de cuidarlas, de verlas, de conocerlas, ¿qué diría usted que es lo que ha aprendido de ellas, de su forma de ser?

“Ah, las abejitas son unos animalitos tan inteligentes que me he quedado asombrada de ir conociendo el orden que tienen ellas, que ellas desde que nacen ya llevan una actividad. Por ejemplo, las nodrizas, el primer trabajo de ellas que es cuidar las crías, después cuando ya están más adultas ellas se van al pecoreo. Hay unas que se quedan de guardianes en la piquera. Son demasiado ordenadas, todas tienen su orden de acuerdo a la edad”.

-¿Y los machos no hacen nada?

“Sí, ellos están adentro y el trabajo de ellos es fecundar la reina y comer miel (ríe). Sí, se cree que el trabajo del zángano es solo fecundar la reina; pero no, él aporta también sus genes. De hecho, el zángano más fuerte es el que va a fecundar la reina y de ahí es de donde nacen colmenas fuertes porque él también aporta esa parte”.

-Cuando ustedes tienen que curarlas, ¿por qué es?

“Hay diversas enfermedades, hay un ácaro, hay hongos, hay bacterias. A algunas se les pone la medicina en la comida, a otras se hacen atomizadas y otro, que es un químico, se pone en forma de una tirita plástica, esa es para el parásito de la Varroa. Sí, las colmenas tienen mucho ataque en todas las épocas del año. En verano es menos el ataque de las enfermedades; en invierno las atacan más. Hay otro que se llama el escarabajo de la colmena. Gracias a Dios no ha llegado porque es muy agresivo, un apiario lo puede eliminar”.

-Ahorita, en qué fase están?

“Estamos en la alimentación y en la cura de algunas enfermedades. Como les quitamos la miel, ahora hay que alimentarlas. A finales de noviembre ya empieza el tiempo de cosecha y ya las abejitas empiezan a traer miel a la colmena; entonces tiene que estar libre de químicos. La época de cosecha se va hasta marzo. Ya de ahí hay que empezar a quitar material, porque todo el material de la cosecha queda vacío. Todo ese material hay que sacarlo de la cajita porque ahí va a bajar la población de las abejas. Y si le tiene uno mucho espacio ellas se van a sentir muy estresadas porque hay mucho que cubrir e incluso podrían abandonar la colmena. Entonces hay que quitarles material, que prácticamente quede solo el nido de cría y la alimentación”.

Foto: Hernán Chavarría Carmona

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(*) Fabiola Pomareda García trabaja como periodista desde hace 26 años. Vive en San José, Costa Rica. Actualmente labora en el Semanario Universidad.